No sabía que me estaba perdiendo de algo extraordinario. Ahora reconozco que mis frustraciones y derrotas se debían a que estaba luchando solo. Pensaba que con un poco de santidad podía vencer al enemigo. Ya estaba cansado de ser derrotado. Mis manos estaban ensangrentadas, mi cabeza daba vueltas, ya no sabía que pensar. Cargaba en mi espalda un peso insoportable, incalmable, algo muy doloroso. Cada vez que me acostaba a dormir, parecía que la gran carga desaparecía, pero cuando me levantaba y daba mis primeros pasos, nuevamente sentía el peso que no me dejaba correr con paciencia la carrera que tenía por delante. Estaba cansado de fracasar, así que un día decidí hacer algo diferente.
Esa mañana cambió todo. Me levanté de la cama con la sensación de que las cosas iban a mejorar. Ya sabía que me pasaba. Había caminado desprovisto, sin protección, desnudo. Miré a mi armario y vi un vestido diferente. La ropa que estaba viendo brillaba. Era como si Dios la hubiese puesto en mi closet mientras yo dormía. Me levante, y de inmediato vi un letrero que decía: No te levantes de la cama sin mi fortaleza. Yo te doy nuevas fuerzas
No sabía si era una visión, o era algo real, lo cierto es que obedecí. Sabía que para triunfar era necesario la ayuda de alguien más fuerte que yo. Ese día, las cosas comenzaron a cambiar. Le dije a Dios que me guiara. Para mi asombro, Él respondió de inmediato. Su voz se hizo muy clara en mí, y les contaré que fue lo que escuché:
“Hijo, tu eres mi guerrero. Yo te he fortalecido y te he dado poder. Aunque contra ti se levanten gigantes, no temas, yo estoy contigo. Pero debes salir preparado a la batalla. Continuamente estarás expuesto a ciertas cosas que te pueden debilitar: tus amigos, los sitios que visitas, la música que escuchas, las paginas que visitas en internet. Escucha bien, colócate los jeans rotos que te acostumbras poner, pero necesitas una correa fuerte para sostener tus pantalones. La correa que yo te doy es LA VERDAD. Sal todos los días a la calle con una consigna celestial. Debes estar atento y no creer en la mentira. Nunca vendas tus principios. No vendas tu primogenitura. Mantente en la verdad, átala a tu cuello, y así vivirás en integridad y pureza. Colócate tu chaleco de justicia, recuerda: yo te he comprado a precio de sangre. Amárrate bien tus Converse All Star, hoy te guío para que lleves mi mensaje a tus amigos. Ármate con el escudo que yo te doy, recuerda: no creas la mentira del diablo, tú eres mi hijo y eso te basta para seguir adelante. Y por último, nunca, pero nunca, salgas de tu casa sin tu Espada y tu casco. Quiero que la Biblia sea más que un libro para ti. Guarda mis palabras en tu corazón y demuestra con hechos lo que predicas.
Sal a la calle guerrero y conquista. Yo soy tu fortaleza
Eivert Caridad Fernández
Que bendición leer esto. Eivert un sincero abrazo de parte de Dios.
ResponderEliminarSu misericordia ha sido abundante en ti.