viernes, 3 de febrero de 2012

Humildad y Liderazgo

Uno de los componentes del liderazgo es el poder y fundamentalmente el ejercicio del poder. El líder propone, dispone y las directrices sobre lo que debe y no debe hacerse y por tales razones es difícil encontrar unas relación directa entre liderazgo y humildad, entre mandar y ser humilde entre tomar serias decisiones y mantener intacta la esencia de lo que significa ser humilde.

Pues bien la práctica y el ejercicio de las actividades dirigenciales tiene la particularidad de hacer importante a una persona o un grupo de personas y por ello esa persona puede tener una inclinación natural hacia el orgullo y la vanidad pero los sucesos del día a día y en general el del acumulado histórico de muchos años permiten llegar a la conclusión de que la humildad fortalece y favorece en lugar de debilitarlo y causarle algún perjuicio, las personas humildes se liberan de dos perjudiciales acompañantes en los camino del liderazgo: el orgullo y la arrogancia.

El humilde es capaz de ponerse a la altura de los otros prestarle ayuda, escucharlo y ser corteses y decentes parece una formula bien elaborada para obtener más simpatía de quienes hacen parte del grupo y en general de quienes de alguna manera pueden considerarse como servidores. El líder humilde no se rebaja ni desconoce sus condiciones de ninguna manera, el buen líder se reconoce en sus valores, sus altas capacidades y la trayectoria de logros a lo largo de su gestión.

Sin embargo y esto es muy importante, se abstiene de alardear y se abstiene por dos razones, primero porque sabe que las virtudes que él posee también la pueden tener otros pues están al alcance de todo el que quieran cultivarlas y segundo porque también sabe que las cualidades son un regalo de Dios, algo recibido sin merecimiento distintos hacer favorecido por la gran misericordia del Creador.


Cuando esto se entiende en toda su plenitud entonces no hay ningún motivo ni para la arrogancia ni para el orgullo y no queda si no un camino: el de la humildad sincera y auténtica.

La humildad es un estado de emancipación frente a las cadenas del orgullo y la vanidad. Un grito de independencia ante los guiños del enaltecimiento y el omitir los puntos perjudícales de la autosuficiencia.

Una persona humilde sobresale aunque haga lo posible por negar la importancia de sus logros y será la preferida de las masas aunque huya de la fama, es una condición humana rara porque nadie puede reconocérsela quien se declare humilde está incurriendo en la falta de la autoalabanza y de esa manera estará renunciando inmediatamente a la humildad.

¿Por qué la humildad es importante para el liderazgo? Veamos las siguientes razones:

1º. Porque un líder humilde no tiene la intención de beneficiarse así mismo con su liderazgo este hecho es aceptado de manera favorable por el seguidor.

2º. Por el entusiasmo que despierta quien tiene la sabiduría de dirigir a sus semejantes sin dejar alguna duda sobre la amplitud y generosidad con que demuestra que no es sino un integrante más, común y corriente del grupo a su cargo.

3º porque al buscar el beneficio de todos y no al suyo propio es quien se ubica más cerca al logro de los objetivos propuestos

4º. La humildad permite tener una visión más amplia, una perspectiva más adecuada del proyecto de vida personal, pues lleva a prender mas a tener fe en sí mismo, en Dios y en la gente, y esto conlleva a activar su vocación de servicio.

5º. La persona humilde cuenta con la indiscutible ventaja de que sus sentidos o ánimo y su mente están en disposición de aprender y de aprender continuamente de una de las fuentes de conocimientos más rica y útiles: las otras personas.

6º la humildad cuando ayuda a aprender prepara el escenario para una mayor sabiduría sobre el cómo hacer y actuar frente a cada desafío de la vida de liderazgo lo cual abre también las puertas de las celdas que conducen al éxito.

Lo contrario de la humildad no es el orgullo ni la arrogancia, sino la falsa humildad pues es una máscara detrás de la cual puede esconderse no solo el orgullo, la altivez, la arrogancia sino el deseo de utilizar el liderazgo en provecho propio y no de los demás.

La vida es un sendero lleno de cuestas espinadas, espinas agudas, rectas prolongadas, curvas sinuosas y piedras con afiladas aristas el camino de la vida, es en cierta forma un destino también y debe recordarse con dignidad, firmeza y una verdadera convicción de los que se quiere y también aquello de lo firmemente se cree.

Ese sendero debe recorrerse en la compañía de otras personas y esas personas siempre irán bien adelante, bien detrás de nosotros, o a nuestro lado.

El líder humilde hará que su presencia se sienta con fuerza y no se situará ni de atrás, ni adelante, ni mucho menos arriba sino al lado de su gente, junto a la cual luchará a brazo partido para que todos puedan saborear las mieles del triunfo.

Es ese líder, líder humilde y productivo el que los grupos desean tener para cumplir con el doble propósito de caminar bien y derecho y de tener la esperanza de llegar, de llegar oportunamente al sitial previamente elegido o a uno aún mejor ubicado por ejemplo en la victoria plena y segura del equipo y de cada uno de sus integrantes.

Alejandro Rutto Martínez es administrador de empresas, periodista y escritor. Trabaja como docente en educación superior y vive en el país de Colombia. Dirige conferencias y seminarios en congresos, foros y otros eventos académicos.



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