miércoles, 30 de mayo de 2012

En mi cama


En mi cama / @Eivert

Hay días donde no vale la pena pararse de la cama. No es por los 44 grados  que me esperan durante la jornada. Tampoco es por los quehaceres y las responsabilidades familiares. La razón es muy sencilla: tengo miedo de que las cosas no salgan como yo quiero.

Es cierto, no puedo evitar sentir temor a posibles escenarios. Me pregunto, ¿lo haré bien?, ¿llenaré las expectativas?, ¿lo echaré a perder? Parece mentira, pero generalmente lo negativo en la mayoría de las veces se apodera de mi mente. En pocas palabras, mi cabeza se convierte en un verdadero campo de batalla, donde las dudas, la incertidumbre y la fobia a lo desconocido se agarran a golpes con mi fe.

Pensamientos vienen y pensamientos van. Una voz me dice: ¡No lo harás!, ¡no es para ti! A veces escucho, otras veces no le hago caso, aunque en el fondo me da miedo que pase lo que no quiero. Lo bueno es que el problema se termina con otra voz más fuerte.

En cuestión de segundos, el animoso sonido, la autoridad con que me responde, y sobre todo, la paz que experimento, dejan en ridículo al balbuceo que escuché minutos antes. 

Esta segunda voz me confronta, me calma, me anima y lo mejor, me enseña a confiar.
Las palabras son sencillas, pero poderosas. En resumen, Dios me dice que no tema, que Él va delante de mí, así que después de tanto ir y venir, decido levantarme de mi cama confiado de que las cosas saldrán bien.


No hay comentarios:

Publicar un comentario